
SSalvo excepciones y contraejemplos, la «gestión a la francesa» se caracteriza generalmente por al menos tres rasgos específicos: una base cultural a veces descrita como un «sentido del honor», una relación particular con la autoridad y una falta de confianza entre los actores El sociólogo Philippe d’Iribarne publicó, hace más de treinta años, un notable trabajo en el que subrayaba la influencia de las culturas nacionales en la gestión de las organizaciones.
Francia se caracterizaría así por La lógica del honor (Seuil, 1989) legado por la historia, basado en los principios de orden, rango predestinado y deferencia. De ello deduce que las relaciones jerárquicas se establecen en relación a los hombres marcadas por su “estado” –en el sentido que el Antiguo Régimen le dio a este término– y las tradiciones, derechos y deberes ligados a él.
El honor es así «íntimamente relacionado con el orgullo que uno tiene en su ‘rango’ y el miedo a caer de él», la realidad de la precedencia sigue estando presente hoy. Philippe d’Iribarne confirma esta concepción en su última obra, La gran rebaja (Albin Michel, 2022), señalando que «El honor, en la forma que adopta en la sociedad francesa, sigue siendo una poderosa fuerza impulsora».
Por más autonomía en el trabajo
Estudios ocasionales han subrayado esta dimensión defensiva y conservadora de la “gestión francesa”. Así publicó la editorial de software ADP en 2017 una gran encuesta en línea realizado en trece países, con el objetivo de revelar las diferencias en la percepción de la gestión entre 5.330 empleados y 3.218 empleadores encuestados. El informe hexagonal fue particularmente severo, señalando que Los directivos franceses son los peor valorados de Europa. Más grave y más preocupante, el estudio revela que estos gerentes no son conscientes del juicio que hacen los empleados y empleadores sobre sus prácticas…
Investigación » hablemos de trabajo », realizada por la CFDT el mismo año con 200.000 personas y compuesta por cerca de 200 preguntas, revelando que el 74% de los encuestados deseaba más autonomía en su trabajo. ¿El desarrollo del teletrabajo, debido a la pandemia, ha permitido que este deseo se haga realidad y afloje la soga de la desconfianza? Varios estudios parecen confirmarlo.
Según una encuesta de Terra Nova realizada al comienzo mismo del confinamiento entre 1.860 personas que trabajaban en remoto (La revolución del teletrabajo, abril de 2020), el 76% de los gerentes encuestados sintieron que esta experiencia fortaleció la confianza que depositan en sus empleados, y el 72% dijo que también fortaleció la confianza que sus empleados tienen en ellos. El 62% de ellos cree que el teletrabajo tiene un efecto positivo o incluso muy positivo en la confianza en los directivos, y el 66% que tiene el mismo efecto en la confianza que los directivos tienen en ellos.
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