
Tenía 89 años. De su mente brillante surgieron todo tipo de objetos que eran aliados de los hogares.
Él premiado diseñador industrial Hugo Koganreconocido por haber creado objetos para el hogar como el icónico Magiclick, ha fallecido a los 89 años. Su influencia en el diseño se extendió internacionalmente con la creación de decenas de objetos de todo tipo para el hogar.
Nacido el 12 de junio de 1934 en Buenos Aires, a lo largo de más de 50 años de experiencia creó pequeños y grandes electrodomésticos, equipos electrónicos, máquinas textiles industriales y familiares, entre otros objetos.
A lo largo de su vida, recibió el Diploma al Mérito de los Premios Konex en tres ocasiones como uno de los mejores diseñadores industriales de la década en cada ocasión.
“Con tristeza despedimos al diseñador Hugo Kogan (1934-2023), quien dedicó su vida a priorizar la industria nacional: diseñó televisores, radios, linternas, equipos médicos y hasta inventó el icónico Magiclick, aliado de hogares y emblema de nuestro patrimonio emocional”, despidió el Museo Malba.
El Fondo Nacional de las Artes también se hizo eco de la noticia: “Con profundo pesar despedimos a Hugo Kogan, un referente muy destacado y muy querido del Diseño Argentino y Premio FNA 2018 a la Trayectoria”.
Siempre le gustó la escultura y el dibujo, y por un hecho fortuito, la quiebra de la fábrica de juguetes de madera de su padre, cambió el arte por la arquitectura.
Estudió dos años y luego se hizo técnico mecánico. De ahí vienen sus conocimientos sobre materiales y procesos y tecnologías.
Según reseña Clarín en una nota con motivo de haber sido premiado por la Academia Nacional de Bellas Artes, ya en 1955 trabajaba en la oficina de diseño de Philips. De allí pasó a Tonomac y de allí a Aurora Grundig, para la que creó el famoso Magiclick en 1963. Según un estudio de mercado, el primer mes iban a vender 5.000 unidades, pero el boom fue tal que recibieron pedidos de 80.000. .
En una entrevista de 2008, Kogan confesó que una de las grandes alegrías de su vida fue aprender que lo que hacía tenía nombre. Y todavía le pasa, no sabe por dónde empezar cada vez que intenta explicarle a alguien de qué va lo suyo: “Tardaría seis o siete horas”, se ríe.
El éxito fue tan grande que la empresa incluso abrió plantas en Brasil y España. Aunque en la historia que contó hace años en un reportaje dice que se arrepiente de no haber firmado un contrato de regalías, Reconoce que fue el dueño de Aurora quien vino desde Japón “con un aparato inédito para nosotros, el piezoeléctrico, una pieza que si se presionaba por un extremo disparaba una chispa. Jugando con él surgió la idea de hacerlo como un aparato manual de uso popular. Yo lo diseñé, se desarrolló.