Tener los pies en la tierra no impide a veces creer en cuentos de hadas. Así lo demuestran algunos episodios de la historia económica de España, que pese a tener una rica colección de refranes que destilan un crudo realismo, no ha evitado en varias ocasiones lanzarse a los brazos de euforias burbujeantes. Uno de estos dichos lo formuló Francisco de Quevedo en el siglo XVII: “Solo el necio confunde valor y precio”. Es también la frase que le viene a la cabeza al inversor Luis Martín Cabiedes cuando se le pregunta por un animal mitológico que ha recorrido el mundo, y también España, en los últimos años: el unicornio.
El nombre de este mágico caballo blanco de un solo cuerno es el que se usa para designar, en el mundo del emprendimiento tecnológico, a las empresas que consiguen una valoración de más de 1.000 millones de dólares, normalmente en los mercados privados a través de rondas de financiación, aunque también las hay que siguen sosteniendo esta valoración después de salir a Bolsa. A principios de la década pasada, cuando se acuñó el término, señalaba realmente organismos muy raros, como lo son los propios unicornios en los cuentos: se trataba fundamentalmente de empresas tecnológicas, la mayoría de Silicon Valley (California, EE UU), con un alto componente disruptivo, que estaban llamadas a cambiar aspectos importantes en el día a día de todo el mundo, y en las que los inversores estaban dispuestos a poner tanto dinero como para que su valoración superase la mítica barrera de los 1.000 millones.
Fue a finales de 2013 cuando la inversora Aileen Lee usó por primera vez en un artículo periodístico el calificativo de unicornio para designar a estos rutilantes proyectos empresariales. En ese momento, Lee cifró en 39 las compañías en el mundo que entraban en este selecto club. Diez años más tarde, hay entre 1.200 y 1.500 unicornios, según las diferentes clasificaciones disponibles. Y poco más de media docena tienen su origen en España. El cóctel del éxito tiene varios ingredientes: suerte, contactos, dar con un hueco no cubierto por el mercado o estar en el sector adecuado —imaginen ahora todos los proyectos de inteligencia artificial— en el momento justo. Eso sí, todos los miembros del ecosistema emprendedor advierten de que ser catalogado como unicornio es solo una cifra, y el dinero, igual que viene se va si no se cumplen las expectativas de negocio. Además, todos reconocen que los proyectos empresariales que vienen detrás lo tendrán más difícil: el fin del dinero gratis con las subidas de los tipos de interés ha provocado que los inversores sean más selectivos y desconfiados.
Cabiedes, que mediante su fondo fue el primer inversor español en poner dinero en una empresa que se convertiría en un unicornio —en este caso francesa, Blablacar—, defiende el ecosistema de emprendimiento, pero se muestra “abiertamente crítico” con la manía de poner etiquetas a todo. “Que se haya pagado un determinado precio por una compañía no hace que ésta tenga ese valor. Hemos pasado por una burbuja de libro en algunas empresas tecnológicas: ha habido retroalimentación, alzas de precio y contagios”, apunta. El realismo se impone en la actual coyuntura económica, y entrar en el selecto club de los unicornios es ahora más difícil, porque los inversores ya no piden solo una buena idea. Ahora, más que antes, piden los números que muestren que esta idea será rentable.
Compañeros de viaje
Pero ¿por qué unas empresas llegan a este estatus y otras no? Los fundadores de start-ups que llegaron a ser unicornios entrevistados para este reportaje —Juan Urdiales, de Job and Talent; Jordi Romero, de Factorial; Sacha Michaud, de Glovo; Juan de Antonio, de Cabify, y Avi Meir, de TravelPerk— coinciden en destacar algunos aspectos: ser flexible a la hora de modificar la idea con la que se empieza, acertar con los inversores que acompañan al proyecto, tener un equipo cohesionado y, sobre todo, identificar el potencial del mercado. También coinciden en otra cosa: pese a que la etiqueta de unicornio les ha dado publicidad y proyección, aseguran que nunca les ha quitado el sueño. “Lo más importante de convertirnos en unicornios fue que nos permitió capitalizarnos y no perder el control de la compañía. Las valoraciones son algo muy vanidoso, gusta mucho, ayuda a la visibilidad, pero no es lo relevante. Lo importante es tener una solución que funcione para tu cliente”, afirma Romero, cofundador y consejero delegado de Factoril.
Según la clasificación que CB Insights hace en su actualizada The complete list of unicorn companies, en el mundo hay más de 1.200 empresas que responden a esta categoría —la primera, con 225.000 millones de dólares de valoración, es la china ByteDance, propiedad de la red social Tik Tok, y la siguen gigantes como SpaceX, Open AI y Shein—. Si acudimos a otra de las biblias del sector, en este caso Crunchbase, hay 1.524 compañías unicornios que suman una valoración total de más de tres billones de dólares.
¿Y en España? La lista de CB Insights sitúa actualmente a solo cinco empresas españolas como unicornios: Job and Talent, Cabify, TravelPerk, Recover y Factorial. Crunchbase añade también a Idealista, por la operación de venta al fondo sueco EQT que la valoró en 1.321 millones de euros. Hay más empresas españolas que han superado la barrera de los 1.000 millones en algún momento, otras que son aspirantes y les queda poco para llegar, o que son consideradas como tal en otras clasificaciones —hay más de media docena de rankings que hacen seguimiento de estas empresas altamente valoradas—: Glovo, Wallbox, Fever, Edreams, Copado, Devo, Domestika, Wallapop, Flyware, Haciendas BIO o LetGo. Otras, como Paack, Typeform o Exoticca, tienen altas valoraciones y esperan ser las siguientes en entrar en el club. Entre los equipos fundadores de todas estas empresas apenas hay mujeres, siguiendo la tendencia del mundo del emprendimiento en general, donde las start-ups fundadas solo por mujeres son apenas el 6% del total, según el último informe anual de Global Entrepreneurship Monitor.
Una pizca de suerte
Cabify fue el primero en adquirir este estatus. Juan de Antonio, fundador y presidente ejecutivo, explica que la clave para llegar a esta valoración es “que la compañía genere un valor relevante para la sociedad” mediante “soluciones eficientes e innovadoras”. A esta clave le suma ser capaz de gestionar una empresa que, al atraer enormes rondas de inversión, puede disparar su crecimiento, y “una pizca de suerte”. “La historia de Cabify hubiese sido muy distinta si hubiésemos nacido antes, puesto que la penetración de los smartphones aún era insuficiente, o después, ya que la competencia podría haber sido excesiva”, reconoce el empresario. Como Romero, el fundador de Cabify también cree que ser un unicornio “no es un fin en sí mismo, no es el eje de tu plan de negocio, sino una señal de que la compañía está en la senda adecuada”.
Cuando Sacha Michaud se reunió por primera vez con Óscar Pierre, no sabía que Glovo, la start-up que estaban a punto de lanzar, terminaría siendo el segundo unicornio español. Las claves para llegar a serlo, según el cofundador de la plataforma de reparto a domicilio, fueron “la disciplina, la flexibilidad y la perseverancia para solucionar todos los problemas que surgen durante el camino”. No les han faltado contratiempos, especialmente en el ámbito de la regulación y la justicia, pero Michaud destaca la capacidad de conectar el servicio con lo que el público está dispuesto a pagar. “Al principio es todo prueba y error. Una vez que la empresa tracciona, se entra en otra fase en que se desarrollan procesos más escalables”. Glovo creció como la espuma desde su fundación en 2015, y los inversores la regaron de dinero mientras se expandía internacionalmente, pero Michaud afirma que los fundadores que se obsesionan con la valoración de su negocio se equivocan. “Deberían enfocarse más en mejorar y optimizar sus principales indicadores internos”, aconseja.
La etiqueta de unicornio es una más en el rico vocabulario de las start-ups, donde abundan las palabras en inglés y conceptos como elevator pitch —el discurso de ascensor con el que convencer a un inversor en el poco tiempo que dura el trayecto— o friends, fools and family —”amigos, locos y familia”, los primeros a los que se acude para pedir dinero y empezar la empresa—. Este vocabulario, junto con el relato del emprendimiento importado de Estados Unidos, el interés de los inversores por abrir nuevos mercados y una legislación que todavía no estaba preparada para regular la actividad de las nuevas empresas explican en parte el nacimiento de estos proyectos, que luego se han convertido en unicornios en España y en los que, en muchos casos, como en Glovo, la rentabilidad de sus cuentas ha brillado por su ausencia.
El lado oscuro
Frente a la manera en que los propios fundadores explican su éxito, hay un relato opuesto, el que intenta poner negro sobre blanco una historia de crecimiento agresivo, eliminación de la competencia mediante márgenes muy bajos y abuso de la regulación laboral para poder mantener estos precios. En el libro El club de los unicornios, la periodista Paula Solanas muestra un ecosistema de emprendimiento español que ha sabido imitar las tendencias de Estados Unidos para entrar en negocios tradicionales —el transporte de personas, el reparto a domicilio, las empresas de trabajo temporal, los anuncios de clasificados— mediante la digitalización, a la vez entraban en conflicto con los derechos de los trabajadores. Y dibuja una red de emprendimiento no tan abierta como parece, en la que varios de los modelos de éxito tienen a los mismos inversores —destaca la presencia de los fundadores de Tuenti en varios de ellos— y se apoyan entre sí. “Han usado la tecnología para simplificar tareas del mundo físico y comparten una característica básica: acumulan datos sobre nosotros sin parar, los cuales después monetizan de distintas maneras”, señala Solanas en su libro.
El emprendimiento tecnológico se ha beneficiado además de un contexto muy favorable: la pandemia, el confinamiento y el teletrabajo impulsaron como nunca la demanda de servicios digitales, y esto, en unos años de tipos de interés muy bajos, hizo que el dinero fluyera a mansalva. Los fondos de capital riesgo y venture capital pusieron más recursos que nunca en las empresas emergentes de tecnología, disparando sus valoraciones: en 2021, el ecosistema mundial de las start-ups recibió 643.000 millones de dólares de inversión. Ahora el contexto ha cambiado, las empresas tecnológicas en general han pasado por dificultades tras la normalización de la demanda una vez la pandemia quedó atrás, que compensaron con recortes de gasto mediante despidos masivos. Para colmo, el dinero dejó de ser gratis y el grifo de la financiación se cerró.
De esta euforia también se benefició el ecosistema español, donde más de una docena de empresas en algún momento alcanzaron la valoración que les dio el título de unicornio. Mientras algunas siguen ahí, como Factorial o TravelPerk, otras han perdido la categoría al venderse a terceros y ver rebajada su valoración (Glovo) o después de salidas a Bolsa que rebajaron la euforia inicial (Wallbox).
Juan Urdiales, fundador de Job and Talent, explica que el mercado “ha cambiado absolutamente en los últimos dos años”. Primero con el cambio de tendencia en las compañías que están en Bolsa en 2021, con una caída del valor de las empresas tecnológicas que luego afectó a las no cotizadas. “El mercado pasó de pedir crecimiento a toda costa y de valorar las compañías según las métricas de ingresos o margen bruto, a valorarlas en función de la rentabilidad. La inflación y la subida de tipos ha restringido la liquidez, y parte de la inversión se ha ido a renta fija o a deuda, con lo que hay menos liquidez en los fondos de capital riesgo”, abunda Urdiales. En su caso, cree que se beneficiaron de la etapa anterior, que permitió a la empresa superar los 1.000 millones de valoración a principios de 2022: “En el contexto actual no sabemos qué habría pasado. Pero si el Job and Talent de 2021 saliera a captar dinero en 2023, la valoración sería más baja de lo que fue”. En endurecimiento del entorno también puede tener una lectura positiva como la que hace el cofundador de Glovo: “Tener valoraciones más realistas es bueno. Hace que las empresas se centren más en definir su camino, ser rentables y construir modelos de negocio sostenibles”.
Ralentización
Este freno se ve en el ritmo de nacimiento de unicornios en el mundo. Según Pitchbook, alcanzó su máximo en 2021, con 626 empresas que entraron en esta categoría. Al año siguiente el número bajó a casi la mitad, con 355 unicornios. En 2023 fueron 101, y en lo que llevamos de año se han creado solo 37. En España, el último caso de éxito fue la barcelonesa Factorial, en octubre de 2022, cuando cerró una importante ronda de inversión que le aupó a esta valoración. España, teniendo en cuenta el tamaño de su economía, va algo por detrás de otros países comparables a la hora de parir unicornios, aunque la casuística es muy variada: según la lista de CB Insights: Francia tiene 26 empresas en este club, Alemania 31, pero Italia tiene solo tres y Portugal ninguna.
Esta diferencia se explica por la menor inversión. Según el informe Tendencias de inversión en España 2023, del Observatorio del Ecosistema de Start-ups en España que tiene la Fundación Innovación Bankinter, la inversión en proyectos emprendedores fue el año pasado de 2.331 millones de euros repartidos en 382 operaciones, lo que supone una fuerte caída del 32,2% en la cifra total de inversión, aunque el número de operaciones se redujo menos, un 10,3%. El informe señala que los números siguen siendo mejores que los de 2020, el año anterior al récord —cuando se invirtieron casi 4.500 millones de euros en 413 operaciones—, pero también apunta que “ha habido una reducción en el tamaño de las rondas de inversión, probablemente debido a una disminución en las valoraciones de las start-ups”. Y que la participación de los venture capital (fondos de capital riesgo que invierten en las fases iniciales de las empresas), los family office (vehículos de inversión de los grandes patrimonios) y los business angels (inversores que participan normalmente en el nacimiento de los proyectos) se ha reducido y solo ha aumentado la participación de los fondos corporate (la inversión que viene de grandes multinacionales, normalmente para tomar el control) y la inversión pública.
Otro dato interesante es el número de desinversiones o exits, es decir, la venta de la empresa a un tercero, que es lo que, junto con las rondas de inversión, determina la valoración que se hace de una empresa. En 2023 hubo 53 operaciones de este tipo, un 33,7% menos que el año anterior, por un volumen total de 1.002 millones de euros, un 28% menos.
El cofundador de TravelPerk, Avi Meir, coincide en que “los inversores se han vuelto más prudentes”, pero ve el vaso medio lleno: “Eso no limita las oportunidades a aquellas empresas con un plan de alto crecimiento, sostenible y realista”. Con todo, la situación actual sostiene la tesis inicial de Cabiedes: “Yo esto ya lo he visto antes. Habrá un ajuste, se frenará mucho la inversión, y se volverá a poner la rueda en marcha. Peor fue el parón en el 2000, y luego vinieron años buenísimos”. De momento, en la relación entre precio y valor vuelve a primar el realismo, y animales mitológicos como los unicornios dejan paso al sentido común que reivindica Cabiedes: “El precio es lo que pagas, el valor es lo que obtienes”.
Avi Meier (Travelperk): El tirón de los viajes de negocios tras la pandemia
La start-up que fundaron en Barcelona en el año 2015 dos extrabajadores de la web de reservas Booking, Javier Suárez y Avi Meir, es una de las pocas empresas del ecosistema español que desafía la actual coyuntura y sigue consiguiendo dinero en diferentes rondas de financiación. El pasado mes de enero, Travelperk consiguió aproximadamente 95 millones de euros en una ampliación de capital liderada por el gigante japonés Softbank, lo que muestra que su negocio convence a los inversores. Travelperk se dedica a la gestión de reservas de viajes de negocios, y logró la categoría de unicornio en el año 2022, cuando su valoración alcanzó los 1.300 millones de dólares (unos 1.100 millones de euros al tipo de cambio que había en el momento en el que se cerró la operación). Con la nueva ronda de financiación cerrada hace tres meses, ha revalidado el estatus de compañía emergente de éxito, manteniendo una valoración de 1.280 millones de euros. La compañía, que factura unos 150 millones de euros al año y tiene unos 1.200 empleados, se centra en buscar clientes en las pequeñas y medianas empresas, ya que es ahí donde no han entrado las grandes agencias de viajes y donde el mercado está totalmente abierto. El consejero delegado de Travelperk, Avi Meir, recuerda que la primera vez que alcanzaron el estatus de unicornio fue en 2022, a la salida de la pandemia. “Durante la covid, era casi ilegal utilizar nuestro producto porque no se podía viajar. Nosotros aprovechamos ese tiempo de inactividad para crecer. En vez de reducir nuestro personal, aumentamos nuestro equipo de ingeniería y producto en un 250%”, explica Meir.
Jordi Romero (Factorial): Gestionar pymes desde un ‘software’
Factorial, la última de las compañías españolas en alcanzar el estatus de unicornio, había pasado antes de lograrlo por uno de los problemas más típicos de las start-ups: tener una idea pero no encontrar el modelo de negocio adecuado. En 2016 tres amigos ingenieros —Pau Ramon, Bernat Farrero y Jordi Romero, que se conocieron en la universidad, en el trabajo y compartiendo piso— fundaron Factorial en Barcelona para dar una solución a un problema que habían detectado en un mercado que preveían enorme: gestionar de forma eficiente y digitalizada los recursos humanos de las pequeñas y medianas empresas. Pasar del papel y el lápiz a un programa hecho a medida para miles de compañías. Aunque el potencial era muy grande, dieron vueltas sobre sí mismos durante tres años antes de dar con la forma de realmente ganar dinero. En lugar de lo que habían hecho hasta entonces, ofrecer el programa gratuitamente y cobrar comisiones por productos a los empleados como tiques restaurante, se centraron en el programa, por el que pasaron a cobrar una suscripción. Así empezaron a levantar rondas de financiación hasta que la que lograron en octubre de 2022 les permitió entrar en el selecto club de los unicornios. Pese a que la coyuntura económica ha obligado a Factorial a recortar gastos y a despedir el año pasado a más de 20 empleados —a lo que se sumó la marcha de Pau Ramon de la cúpula directiva y una polémica por un podcast en el que los responsables frivolizaban con el recorte de plantilla—, la compañía sigue seduciendo a los inversores ya que acaba de cerrar con éxito una nueva ronda de captación de recursos por 80 millones de euros.
Jesús Encinar (Idealista): Una revolución para el sector inmobiliario
La etiqueta de unicornio le llegó a Idealista tras un recorrido de 20 años. Fundado en el año 2000 por Jesús Encinar, al que luego se le unieron como cofundadores su hermano Fernando y César Oteiza, el portal inmobiliario más famoso del mercado español tuvo que enfrentarse en sus primeras etapas como empresa a la crisis de las puntocom, se subió luego a la euforia que acabó en un abrupto pinchazo de la burbuja inmobiliaria, sufrió el impacto de la Gran Recesión posterior y, más recientemente, del shock provocado por la pandemia. Pero Idealista ha resistido todos estos vaivenes y con su plataforma ha cambiado definitivamente la manera en la que se busca piso y también la estrategia con la que las inmobiliarias ofrecen sus viviendas al gran público. Como algunos de los otros unicornios españoles, esta empresa replicó un modelo de negocio que empezaba a tener éxito en Estados Unidos, donde Jesús Encinar fue a estudiar un máster en Harvard. Pero su trayectoria es distinta a los demás unicornios españoles ya que Idealista fue rentable desde muy pronto, y no ha basado su crecimiento en una serie de rondas de inversión ni en una gran expansión internacional. En 2015, el fondo británico Apax se quedó con la mayoría del capital de Idealista, y en 2020 el fondo sueco EQT se hizo con el control, en una operación que valoró entonces al portal en 1.321 millones de euros, otorgándole la categoría de unicornio. Ahora los suecos han vuelto a poner Idealista a la venta, con una valoración que asciende a 2.500 millones de euros, cifra récord para una tecnológica made in Spain.
Juan de Antonio (Cabify): Pionero y pesadilla de los taxistas
Cabify fue el primer unicornio español, umbral que sobrepasó en 2018. El fundador, Juan de Antonio, contó con el apoyo de los impulsores de Tuenti para crear en 2011 Cabify, y replicar lo que había visto como estudiante en EE UU, donde Uber ya cosechaba éxitos con su modelo de la entonces llamada economía colaborativa: conductores que ofrecían su coche para llevar a gente de un punto a otro. De Antonio lo llevó a España, primero dirigido a un nicho de público más elitista. Pero aquí el sistema estaba más regulado, y entraron asociándose con flotas que usaban licencias VTC: permisos de coche con conductor, hasta hacía poco limitadas por ley y usadas solo por chóferes especializados, y que por ello tenían un valor relativamente bajo que se disparó cuando en 2009 se liberalizó su uso. Cabify se asoció con flotas comandadas por emprendedores y extaxistas que habían adquirido grandes cantidades de licencias VTC. La llegada de Cabify y Uber desató la guerra con el sector del taxi. Los esfuerzos de las administraciones para regular la actividad llevaron a episodios como la decisión de Cabify de dejar de operar en Barcelona durante unos meses, para luego volver adaptándose a su manera a la normativa. A pesar del conflicto con el taxi y los recelos sobre las condiciones laborales de los conductores, y aunque solo fue rentable en 2019, Cabify ha ido consiguiendo dinero para crecer, especialmente gracias al grupo inversor japonés Rakuten. En 2022, Cabify facturó 627 millones. La última ronda de inversión fue en 2023, con 100 millones. La posible salida a Bolsa está, de momento, aparcada.
Sacha Michaud (Glovo): Un polémico modelo de relación laboral
La empresa de reparto a domicilio Glovo fue el segundo unicornio de España, categoría que alcanzó en 2019. Esta start-up fundada en Barcelona en 2015 por Óscar Pierre y Sacha Michaud terminó vendiendo la mayoría de su capital a uno de sus principales competidores, Delivery Hero. El valor de la venta se estimó en 2.300 millones de dólares, pero en el momento de cerrarse la operación, en 2022, Delivery Hero y toda la industria de las plataformas de reparto sufrieron un gran batacazo en Bolsa, lo que hizo caer la valoración de Glovo un 65% y le despojó de su título de unicornio. Glovo, que en el conjunto de los mercados en los que ha operado nunca ha sido rentable, es uno de los mejores ejemplos de start-up tecnológica en España: ha sido una máquina de quemar dinero; los inversores la han ido apoyando mientras se expandía agresivamente; y se vendió a un competidor más grande y su modelo de negocio ha suscitado tanto admiración como abierto rechazo. Sus repartidores, con sus mochilas amarillas, han cambiado el paisaje de las ciudades. Mientras crecían sus clientes y su idea de negocio era aplaudida en algunos círculos, también aumentaba el recelo sobre su uso del algoritmo y sobre su modelo laboral, cuestionado en la Inspección de Trabajo y en los tribunales hasta que se ha demostrado, en el Supremo, que las relaciones que hacía pasar por mercantiles eran en realidad laborales. La ley rider quiso enmendar este uso de falsos autónomos, y pese a que ahora una parte de su fuerza laboral está contratada, otra está subcontratada o sigue siendo autónoma. La Inspección de Trabajo le impuso una sanción en enero y esta misma semana el ministerio de Trabajo informaba a la Fiscalía de los delitos que ha encontrado en su investigación. Yolanda Díaz dice que el empeño de la empresa de reparto en emplear a falsos autónomos puede ser “constitutivo de un delito contra los derechos de los trabajadores” que vulnera el Código Penal
Juan Urdiales (Job and Talent): La ETT del ecosistema digital
Juan Urdiales y Felipe Navío fundaron Job and Talent en 2009 en Málaga, pero pronto se trasladaron a Madrid. Urdiales recuerda los inicios como una “montaña rusa” en búsqueda del modelo de negocio adecuado: empezaron siendo una red social para compartir contenidos relacionados con el empleo y pasaron a un ser una plataforma para relacionar candidatos cualificados con empresas que buscaban perfiles, hasta que en 2016 llegó su punto de inflexión. Fue entonces cuando se unió al equipo uno de los cofundadores de Tuenti, Félix Ruiz, y Job and Talent viró de nuevo para convertirse en un gestor integral del proceso de
contratación temporal para las empresas, desde la selección a los contratos y nóminas. Es decir, una empresa de trabajo temporal (ETT), pero en el mundo digital. Este giro tuvo un alto precio: tuvieron que despedir a un tercio de su plantilla como requisito para seguir atrayendo inversión. El crecimiento desde entonces fue imparable: de cinco millones de facturación ese año a 1.900 millones en 2022. La historia de Job and Talent no se entiende sin su expansión a través de la compra de ETT tradicionales, ni sin su relación con las demás empresas tecnológicas: muchos de los trabajadores de Cabify, Glovo, Amazon, Just Eat o Uber Eats están subcontratados mediante Job and Talent. Esto les ha hecho subir como la espuma, pero también ha hecho que la presión regulatoria sobre esas empresas les terminara salpicando. Llegó a la categoría de unicornio a principios de 2021, y a finales de ese mismo año dobló su tamaño y su valoración.
Anders Sjöblom (Recover): Una ‘start-up’ con más de un siglo de historia
La historia de Recover, una empresa dedicada al reciclaje textil que nació en diciembre de 2020 en Banyeres de Mariola (Alicante), no se entiende sin la de Hilaturas Ferré, que se fundó en 1947 sobre la empresa textil de la familia Ferré, cuyo origen se remonta a 1914. De hecho, Recover es lo que se conoce en el mundo del emprendimiento como una spin off, un proyecto que nace dentro de una empresa tradicional pero que, por su carácter de innovación tecnológica, se separa para hacer su propio camino. Hace poco más de tres años, Hilaturas Ferré vendió Recover a Story3 Capital, un fondo estadounidense de capital riesgo, para que la compañía volase sola con un negocio centrado en la producción de fibra de algodón reciclado y mezclas de fibras de algodón sostenibles y de alta calidad. Esta empresa cuenta con un centro en España y dos en Asia, y superó la valoración de 1.000 millones de dólares, umbral a partir del cual entra en la categoría de empresa unicornio, en junio de 2022, cuando Goldman Sachs lideró una ronda de financiación tasada en 100 millones para impulsar aún más su presencia internacional. “Recover está ayudando a crear un futuro sostenible resolviendo un problema medioambiental colosal y estamos encantados de aliarnos con Goldman Sachs para acelerar nuestro crecimiento”, señaló el entonces consejero delegado de la compañía, Alfredo Ferré (tras el fichaje de Anders Sjöblom, procedente de H&M, Ferré, cuarta generación de la familia fundadora, pasó a ser jefe de producto). La compañía ha trabajado para Wrangler, Tommy Hilfiger, G-Star o The North Face.
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