
La Reina de Plata brilló como nunca antes. Pero hoy es conocida por la sequía, y su esplendor se ha visto ensombrecido por la adulteración de los valores de la República.
Las luchas, en la carta del lector Alfredo Mansur, se hacen imágenes, son de ese país herido que aún no sabemos cómo sigue en pie, y se avergüenza de lo que supo ser. El que atravesó mares enteros contra viento y marea y se jactó en tierras extrañas caminando con la frente en alto y el pecho inflado por la alfombra roja de los continentes vip.
Plantó una bandera y fue global. Se asomaba como un granero y sus semillas parecían eternas. Argentina era la dueña del balón. La Reina de Plata brilló como nunca antes. Hoy es conocida por su sequía, y su esplendor se vio ensombrecido por la adulteración de los valores de la República.
En aquellos amaneceres fulgurantes de una foto sepia quedó la cultura del trabajo de los inmigrantes, de nuestros abuelos, de los que a principios del siglo pasado Ellos supieron construir el país con los callos en sus manos como los populares tatuajes de moda. Sin desfiles ni chorizos, sin becas políticas perpetuas perpetuas.
Atrás quedó esa revolución industrial. Ni más allá ni tan aquí, surgió en crisis “el país que no miramos” que hoy nos deslumbra con su pobreza. Los populares perdieron la percepción distorsionada con ofertas sin garantías y la carrera argentina cambiaron su dignidad por bolsas de piquetero.
El «diáspora que duele y entristece”, la que padeció Mansur con su hijo, no se hizo esperar. Fue esa frase feroz que aterrizó en la Argentina y estigmatizó una época: «La única salida es Ezeiza». Pero el check-in todavía lleva maletas por esa vía que catapulta almas nómadas a horizontes lejanos, tan remotos para abrazar.
Entre septiembre de 2020 y octubre de 2021, la salida de más de un millón de argentinos y extranjeros con documentación argentina. Entre ellos, más de 50.000 se fueron por “mudanza”. Y el diario británico Financial Times, en 2022, también imprimió en sus páginas titulares catastróficos y estampó un duro análisis de la realidad económica: «Los argentinos están abandonando el país a medida que la crisis económica se profundiza y empuja a miles a emigrar por primera vez en una generación».
Ya cuesta abajo, en el lodazal donde se barajaban las más espurias maquinarias políticas, un día de otoño como este pero hace 20 años, impuso una ideología que se codeaba con narcotraficantes, dictadores y falsos profetas.
Hoy se rompió un eslabón, y mañana se cortará la cadena que arrastró la codicia y desterró los sueños de un país que, joven y arrogante, se llevó el mundo por delante. Érase una vez… Argentina.